Title: Cr�nicas De Un Ladr�n De Sonidos Source: El Pais magazine (Spain), December 2006. By B�rbara Celis. Transcript as published on El Pais site. �Diario EL PA�S S.L./ �Prisacom S.A. Date: Published December 3, 2006 Key words: Orphans Magazine front cover: El Pais magazine (Spain), December 2006. Photography by Denis Rouvre, ca. 1999. Thanks to Laura Rangel for providing scan |
Cr�Nicas De Un Ladr�N De Sonidos
Triple salto de toda una leyenda. El m�sico de la voz rota da otra intensa muestra de creatividad con 54 canciones en tres discos. Le entrevistamos en un bar de carretera de California
B�RBARA CELIS 03/12/2006
En medio de un paisaje de olivos y vi�edos que podr�an haberse escapado de un poema de Garc�a Lorca, hay un bar de extra�a idiosincrasia llamado Little Amsterdam, cuyo letrero est� a ras de suelo. Se cay� hace meses, pero su due�o no se molest� en levantarlo. Yace en la carretera de Petaluma, en el valle de Sonoma, en California, muy cerca de Bodega Bay, donde Hitchcock film� Los p�jaros. Little Amsterdam, un lugar lleno de trastos a�ejos y olvidados, en cuyo almac�n a�n cuelgan los garfios que indican su pasado de matadero local, est� en bancarrota. Pero su due�o, un sexagenario holand�s de aspecto anacr�nico y camisa hawaiana, aficionado a los mariachis, las mujeres y el billar, a�n tiene un amigo: Tom Waits.
"Me prometi� que lo convertir�a en su estudio de sonido. Espero que su mujer le deje comprarlo". Evert lo comenta entre dientes porque a�n no ha cerrado el trato. Waits, el m�sico de voz acre y resacosa, el cronista perpetuo de las vidas de arrabal americano, el inagotable ladr�n de sonidos, ha sido cliente asiduo de Little Amsterdam durante a�os. Ser� porque el local y su due�o podr�an habitar perfectamente en una de sus canciones.
Los universos tan reales como paralelos de discos como The heart of saturday night, Small change o Blue Valentine, donde la mitolog�a de vidas al margen se mezclaba con la imaginaci�n desbordada y la voz corrupta de Tom Waits, le convirtieron en los a�os setenta en un m�sico de culto. Tambi�n ayudaron sus directos ind�mitos y sus excesos alcoh�licos, envueltos en el humo espeso de un cigarrillo, pero arropados por la base musical incisiva de quien busca un lenguaje propio.
Sus influencias viajan desde el folk de Leadbelly hasta el jazz de Cole Porter. Roban la teatralidad sonora de George Gershwin, la irreverencia de la generaci�n beat y los extremos literarios de Bukowski. Con ellas le puso banda sonora desde 1973 a un submundo de bares oscuros, prostitutas, corazones rotos e h�gados reventados en Los �ngeles. All� arranc� su carrera, tocando en el Troubaudour y editando su primer disco, Closing time. Irrumpi� en la m�sica con su voz rota enroscada en el peso de una vida insaciable y con melod�as escupidas desde pianos ahogados en tristeza. Una d�cada m�s tarde, en 1983, sorprendi� con Swordfishtrombones, un disco con el que se adentraba en la producci�n propia y con el que ampli� su universo sonoro, llen�ndolo de instrumentos dispares, disonancias, canciones habladas y letras tan imposibles como seductoras. Su discogr�fica, Asylum, le despidi� y predijo el fin de su carrera. Pero ocurri� lo contrario. Island Records rescat� el disco y lo convirti� en leyenda.
Despu�s llegaron las bandas sonoras. Compuso para Francis Ford Coppola Corazonada, por la que fue candidato al Oscar, y para Jim Jarmusch, quien adem�s le convirti� en su actor fetiche. Ahond� en el teatro junto a Robert Wilson y William Burroughs en The black rider. Llev� al escenario su �lbum Frank's wild years, continu� innovando con Mule variations, y adem�s se forj� una peculiar carrera como actor haciendo peque�os pero incisivos papeles en m�s de veinte pel�culas, incluida Vidas cruzadas, de Robert Altman.
Ahora, dos a�os despu�s de editar su �ltimo �lbum de estudio, Real gone, Tom Waits edita el triple Orphans: brawlers, bawlers and bastards (Hu�rfanos: bronquistas, berreadores y bastardos), una colecci�n de 54 canciones entre las que hay 30 grabaciones in�ditas. El disco abarca versiones de Los Ramones y Daniel Johnston, temas rescatados de su trabajo como compositor de cine, blues cl�sico, m�sica experimental, nanas y cuentos irreverentes.
Tom Waits, famoso por su imprevisibilidad y cuya pasi�n de juventud por el alcohol arruin� m�s de un encuentro con la prensa, ha escogido Little Amsterdam para promocionar su disco. A su manera, porque su personalidad musical y art�stica tambi�n se refleja en una conversaci�n que seguir� cauces poco habituales.
Tras atravesar la cocina del local, y tras una puerta con mosquitera oxidada, hay un patio trasero lleno de trastos. Y bajo un porche desconchado, Tom Waits -cara curtida, pelo rojizo, perilla canosa, ojos peque�os, hombros ca�dos- recibe a la periodista sentado en una mesa coja.
�Por qu� eligi� Petaluma para vivir?
Yo no vivo en Petaluma.
�Esto no es Petaluma?
S�, pero yo vivo en otro pueblo de aqu� al lado.
�C�mo se llama?
Eso no se lo pienso decir, que luego se llena de gente. Inv�ntese un nombre. Por ejemplo, la Ciudad del Sueldo del Alcalde [nombre de ciudad en su disco Mule variations].
�Pero por qu� eligi� esta zona de California?
Vine por el vino, pero despu�s dej� de beber.
�No era suficientemente bueno?
S� lo era, pero yo decid� dejar el alcohol.
�Sabe que todos los amigos a los que les coment� que le iba a entrevistar me propusieron cosas como: ll�vate una botella de 'bourbon' y la beb�is juntos? �Le molesta que la gente siga reteniendo la imagen con la que se hizo c�lebre en los a�os setenta?
No puedo hacer nada al respecto. Adem�s, yo a sus amigos no los veo a menudo, �no? Supongo que es normal que la gente piense que la persona que uno era hace diez a�os lo siga siendo hoy. Adem�s, yo no dej� de beber, el alcohol me dej� a m�.
�Ha vuelto a visitar aquellos sitios donde se construy� esa fama, el Tropicana Motel o la sala de conciertos Troubaudour?
El Tropicana lo demolieron y al Troubaudour hace muchos a�os que no he vuelto. �Soy nost�lgico? No s�. Busco las mismas cosas, las cosas que no desaparecen con el tiempo, las que no se entierran, las que siempre estar�n aqu�.
�Como los sombreros?
Exacto. Yo los sigo llevando. Es algo que no hay que perder.
�Y cree que las nuevas costumbres, como escuchar m�sica en el iPod, permanecer�n?
Yo tengo uno. Me lo dio mi hijo. Lo uso cuando boxeo en casa. Pero me gusta utilizarlo s�lo con el shuffle porque pasas de Allen Ginsberg a Prokofiev, a The Four Tops, a Charlie Rich, a Charlie Poole, a Charlie Parker., a todos los Charlie. Y es una sucesi�n de cosas diferentes que adquieren sentido para ti. As� era la radio hace a�os. Pon�an canciones con un sentido inherente, como lo que ahora hace Bob Dylan en su programa [XM Radio]. Ese tipo es un genio.
Aqu� comienza una de las muchas interpretaciones que har� a lo largo de la entrevista, como si fueran vi�etas de un c�mic. Vestido con pantalones, chaqueta de color negro y botas militares, cambia la expresi�n de la cara, mira de refil�n imitando el aire de pasotismo de Bob Dylan y repite con voz dilaniana la coletilla del programa: "Tune in time radio". Y contin�a: "Ahora la radio est� organizada para consumidores. Como las autopistas, que est�n llenas de cadenas de supermercados y tiendas uniformes. Hay emisoras de s�lo blues, o s�lo country, o s�lo hip-hop. Cuando yo era un adolescente pon�as una y escuchabas muchas cosas".
Pero ahora tiene incluso la posibilidad de conseguir gratis la m�sica que le gusta por Internet. �No le parece que hay m�s opciones que antes?
No exactamente, porque todo es demasiado f�cil. Falta la lucha por descubrir las cosas que te interesan. Es como una ces�rea frente a un parto natural. La lucha para salir es parte de la vida, y cuando es tan simple como darle a un bot�n. No s�. Es como las bibliotecas: antes ibas buscando un libro y por el camino descubr�as algo m�s. Aunque es cierto que ahora pasa eso con Internet.
�C�mo vive los cambios que la revoluci�n digital est� produciendo en la industria musical?
No s�. Haces un concierto, la gente lo graba, y luego resulta que lo venden online. Son como pulgas en un perro: tienes que lidiar con ellas, son inevitables.
�Alguna vez se ha bajado m�sica de Internet?
No sabr�a c�mo.
Si supiera, �lo har�a?
No estoy seguro, porque estoy sensibilizado con este tema. Las canciones pertenecen a alguien. Es como robarle las flores a tu vecino. Vale, los discos costaban menos antes que ahora, pero es que todo costaba menos. Si plantas lechugas, las haces crecer, inviertes tiempo y dinero en ellas, no quieres que te las quiten. Hacer un disco cuesta dinero; exige energ�a, tiempo para hacer las canciones, contratar a los m�sicos, el estudio. Es un negocio. Desde mi punto de vista, los discos no son caros, porque yo los hago y pago por ellos. Pero no s�, ahora todo el mundo trata de hacer predicciones, y en realidad nadie sabe qu� pasar� en el futuro.
�Sus hijos [Casey, Kelly y Sullivan, fruto de su matrimonio con su colaboradora Kathleen Brennan] piratean m�sica?
S�, pero si les pillo, les amenazo.
�Qu� le han ense�ado musicalmente?
Tienen curiosidad y atrevimiento, y eso lo aplican a su personalidad. Visten m�sica como si fueran joyas, como sus peinados. Han integrado la m�sica en su vida como si fuera ropa. Y eso me ha hecho recordar cosas. La primera vez que vi a James Brown, yo quer�a ser negro. Quer�a pantalones ajustados, zapatillas naranjas. Ellos escuchan cosas que piensan que a lo mejor me gustan, y me lo dicen: 50 Cents, Tupac.
Y vuelve a la interpretaci�n. Se ajusta la camisa, mira de lado y empieza: "Venga, t�o, escucha un poco de hip-hop; estos tipos est�n vivos, t� s�lo oyes a todos esos cantantes muertos".
Le ha dedicado a 'Orphans.' casi dos a�os.
S�. Son temas nuevos, temas perdidos, temas hu�rfanos. Los t�tulos de cada �lbum se corresponden con la m�sica y atm�sfera que hay dentro. Son muchos tipos diferentes de l�ricas, de estilos, de acentos, incluso de voces. Pero ahora me siento m�s cercano a Bastards.
En Bastards, Waits se regocija en su lado m�s experimental, acerc�ndose a Captain Beefheart o Lord Buckley, e incluye varios relatos hablados, sin m�sica, chocantes, como Children's story, un cuento para ni�os tremendamente cruel o el poema de Bukowski Nirvana. Brawlers se mueve en el entorno del blues, mientras que Bawlers incluye temas compuestos para pel�culas, baladas que arrastran la tristeza que impregnaba su primera �poca o versiones sucias de temas como el cl�sico de Leadbelly Goodnight Irene.
�Ha sido como interpretar a personajes diferentes en las pel�culas?
S�, es parecido. Necesitas decidir lo que necesita cada canci�n. Y entonces pruebas. A veces resulta que tu voz suena mejor si intentas parecer una mujer, o si s�lo hablas, o si s�lo susurras.
En 'Brawlers', la canci�n 'Road to peace' habla de la guerra entre israel�es y palestinos. Usted no suele hacer temas pol�ticos.
Se me ocurri� leyendo The New York Times. Iba a tirar a la basura todos esos peri�dicos con cientos de art�culos sobre ese conflicto y no pod�a hacerlo sin escribir nada sobre el tema.
Si tuviera que escribir una canci�n sobre Bush, �c�mo la titular�a?
El peque�o hombre con el gran encargo. No s�. El otro d�a escuch� esas cosas que dijo Ch�vez sobre �l. Le llam� demonio. En Estados Unidos, mucha gente piensa lo mismo. Es como una garrapata sobre un caballo que intenta chuparle toda la sangre y se pone tan gorda que parece que va a explotar. �C�mo te deshaces de ella? �C�mo consigues tirarla por el v�ter? Todos le odiamos. Es un ladr�n, un estraperlista. Est� clar�simo, tiene muchos intereses petroleros. Tiene una aguja muy larga, la ha pinchado en Oriente Pr�ximo y est� chupando de ah� todo lo que puede.
En este �lbum han participado casi cien m�sicos diferentes, desde Marc Ribot, asiduo de sus discos, hasta Brett Gurewitz, el guitarrista de Bad Religion. �C�mo los eligi�?
A veces solamente consigues a quien est� en la ciudad en ese momento. As� es como mi hijo acab� tocando conmigo. Estaba buscando a un bater�a para irme de gira y, como no encontr� al que quer�a, alguien me propuso que probara con Casey.
�No pens� en �l desde el principio?
No, porque es mi hijo. Nunca hab�amos tenido esta experiencia. Y adem�s sab�a que nunca hab�a tocado todo un concierto, y no s�, yo pensaba: esto es m�sica para gente mayor, �c�mo voy a meter a mi hijo en la banda?; me voy a pasar el d�a discutiendo con �l. No lo ve�a posible, pero ha resultado cojonudo.
�Ha vuelto a grabar en el cuarto de ba�o de su casa, como en su anterior disco?
S�. Siempre busco habitaciones que suenen bien, con una buena atm�sfera. El secreto est� en la ac�stica de los azulejos. Cada habitaci�n es como un instrumento m�s. Me gusta descubrir sonidos en todas partes. Son las oportunidades arbitrarias que ofrece la m�sica, que es lo que yo adoro. Cuando alguien arrastra una silla y suena como un autob�s frenando. Pasa todo el rato, pero tienes que estar dispuesto a escuchar.
En este �lbum tambi�n ha utilizado alguno de esos instrumentos obsoletos o inventados que usted colecciona. �Me podr�a explicar qu� es un piano borracho?
Supongo que un piano desafinado, o al que le faltan algunas teclas, o al que le ha llovido encima.
De repente, como si alguien hubiera preparado la escena para contestar a la pregunta, Tom Waits se queda mirando a su izquierda, se levanta, se acerca a un mueble que est� cubierto con pl�stico azul y, �zas!, descubre un piano de madera hinchado, sucio, mojado y con las teclas desquiciadas: "�Esto es un piano borracho! Int�ntele sacar alg�n sonido, saldr� como ahogado.". El piano resplandece en su deterioro en medio del patio polvoriento y olvidado de Little Amsterdam, mientras Tom Waits lo mira embelesado. "Es una l�stima.", balbucea.
Antes de tocar el piano aprendi� a tocar la trompeta.
S�, en el colegio, pero lo dej� por la guitarra, porque tocar la trompeta solo no te hace compa��a. Tienes que tocar con otros m�sicos para disfrutarla. Nunca he vuelto a intentarlo. Aprend� a tocar la guitarra y mont� una banda, The Sistems. Y luego descubr� el piano.
Acaba de tocar en Nashville, en Cleveland, en Atlanta, etc�tera. �Por qu� sale tan poco de gira y siempre va a sitios peque�os?
No me me gusta tocar en Nueva York o en Los �ngeles. Me pone nervioso que las primeras 10 filas est�n ocupadas s�lo por gente de la industria o de la prensa. Busco una audiencia de personas. Pero en esta gira me lo he pasado muy bien. Igual nos volvemos a lanzar a la carretera.
�Cu�ndo?
Cuando nos apetezca. Ponga lo que quiera.
Duke Ellington les sol�a dar a sus m�sicos descripciones de cosas o personas para que tocaran de una u otra manera. �C�mo trabaja usted con los suyos?
A veces les hablas de forma abstracta porque est�s describiendo algo que no puedes ver, est�s haciendo pel�culas para los o�dos y tienes que hablar en im�genes. Les ayuda. Otras veces les das nombres de otros m�sicos.
�Esas pel�culas las tiene en la cabeza de antemano?
No, te las inventas en el momento. Yo te podr�a decir: toca como los ojos del enano subido en los hombros del gigante ciego, o toca como la mujer con cara de mula que baila con el chico cocodrilo. �Ponle m�s p�rpura!, �demasido marr�n!, �falta amarillo! �Necesito negro para poner amarillo!
�Los colores funcionan bien?
S�.
�Y los olores?
F�jese, en este disco hay una combinaci�n de olores, pero nunca hab�a intentado hablar en olores. Es una buena idea porque intentas crear atm�sferas y todo ayuda. Gracias.
�Y c�mo es la relaci�n de trabajo con su mujer?
Te pones los guantes, esperas a que suene la campana y sales a pelear.
Tom Waits suelta una carcajada, le da un sorbo a su caf� y, balance�ndose en su silla, como lleva haciendo casi toda la entrevista, contin�a: "Ella es el cerebro detr�s de pap�. Es una letrista exquisita. Tenemos una buena relaci�n. Una vez que tienes hijos con alguien, todo lo dem�s se vuelve f�cil".
Kathleen Brennan es la mujer a la que Tom Waits ha dicho deberle la vida. Se conocieron en 1978 durante su primera incursi�n en el cine -reencarn�ndose en s� mismo como el pianista Mumbles en Paradise Alley, de Sylvester Stallone-. Antes hab�a sido pareja de Ricky Lee Jones, pero el alcohol y las drogas les metieron en m�s de un problema, incluida la c�rcel por montar una bronca a las puertas de un bar. A Brennan, en cambio, se le atribuye el giro creativo que Waits dio con Swordfishtrombones y todo lo que vino despu�s. Hace 14 a�os tambi�n le ayud� a dejar el alcohol, que estaba realmente a punto de convertirle en el protagonista de su canci�n Bad liver and a broken heart (H�gado enfermo y un coraz�n roto), uno de sus cl�sicos del disco Small change.
Antes mencion� a James Brown. �Fue su despertar musical?
Un poco, pero yo escuch� m�sica desde ni�o. Empec� oyendo baladas mexicanas con mi padre y canciones folk en Pomona, la ciudad en la que nac� [el 7 de diciembre de 1949].
�Qu� hac�a su padre?
Ense�aba espa�ol. Yo de peque�o lo hablaba; ahora, muy poco [balbucea en espa�ol].
�Nunca se plante� utilizarlo en sus canciones?
No, pero llevo tiempo intentando convencer a Los Lobos para que me dejen cantar un tema. �Conoce esa de "Guadalajara en un llanooo, M�xico en una lagunaaaa?" [cantando]. Es un vals. �Punch 1, 2, 3! �Punch, 1, 2, 3! [cantando y agitando el pu�o al ritmo].
�Qu� le llev� hasta la m�sica?
Quer�a ser parte de esto, tocar era como un sue�o. Tener a 3.000 personas esperando a que yo salga, gente chillando. Eso es lo que quer�a.
Pero tambi�n tuvo tropezones. Como telonero de Zappa le abuchearon.
S�, no les gustaba nada. Pero lo ten�a que hacer. Es divertido mirar hacia atr�s. No ha sido f�cil. Si fuera f�cil, todo el mundo lo har�a.
Pero ahora todos los j�venes quieren ser estrellas de rock, estrellas de Hollywood; la televisi�n lo presenta como algo sencillo. Todas las ni�as quieren ser Britney Spears.
S�, pero ella no es feliz, cr�ame. Tiene dos hijos, est� gorda, cabreada con su marido, adicta a qui�n sabe qu�. Est� lo que usted ve sobre el escenario y lo que hay detr�s. Cr�ame, entre bastidores el mundo es muy feo, est� lleno de monstruos. Como los que hab�a en la prehistoria, horribles. No es f�cil, la gente no tiene ni idea de lo que pasa fuera del escenario.
�C�mo es ahora su vida ah� detr�s?
Distinta. Ahora tengo una familia, y eso lo hace diferente. Me recuerdan qui�n soy, que soy un padre y un marido. En realidad, sobre el escenario pasas una parte de tu vida muy peque�a; el d�a es mucho m�s largo que eso.
Pero ese personaje que se construy� y con el que la gente todav�a le confunde, cuya vida se parec�a a sus canciones, �qu� era realmente?
No s�, estaba en el show business, necesitaba ser alguien y venir de alg�n sitio. Estaba interpretando a un personaje con trozos de m� mismo y de otros, Cantinflas, Jack Benny. Mezcl�ndolo todo y construyendo algo.
Y ahora. �usted es usted?
No m�s ahora que antes. Soy pedazos de cosas. Es como un truco m�gico. Usted y yo no nos conocemos, y yo me lo podr�a estar inventando todo.
�Pero se siente satisfecho de lo que ha conseguido? Otros m�sicos como Bruce Springsteen hacen versiones de sus temas ['Jersey girl']. Usted es una referencia musical casi tan citada como Bob Dylan.
As� es la m�sica: cuando eres joven, alguien te ayuda, y despu�s t� ayudas a alguien. Buscas gu�as. Cuando eres joven y na�f. Escuchas discos, te aprendes las letras, la tonalidad; as� aprend�a yo, y todav�a lo hago. Ahora la gente hace lo mismo conmigo, es un proceso org�nico. No hay escuelas para aprender a escribir canciones, aprendes porque necesitas escribirlas, porque las amas, porque quieres ser parte de eso.
�C�mo es su relaci�n con la m�sica y el cine?
A veces te explican la pel�cula: "Esto es una historia de dos tipos que trabajan en una tintorer�a, y una noche uno pone un petardo en su oreja, y le vuela la cabeza, y aterriza en Kansas, y le meten en la c�rcel durante tres a�os, y despu�s le secuestran y se lo llevan a Canad�, y cuando sale se cambia de sexo y monta un bar, y.". La historia te parece buen�sima, dices que s�, y luego ves la pel�cula y es una mierda. Por eso ahora escojo solamente ponerles m�sica si las he visto antes. Es un negocio en el que si quieren tu ayuda es porque no tienen dinero, o porque hay problemas y esperan que t� los arregles. As� que ya s�lo lo hago si realmente me apetece.
Como actor, �tambi�n es tan selectivo?
Deber�a serlo. Cuando trabajas para alguien, con mucha gente, nunca est�s seguro. Eres un viol�n entre trescientos violines. No est�s conduciendo, vas en un autob�s. Unas veces es divertido, y otras, una p�rdida de tiempo. Pero est�s atrapado; una vez dentro, ya no puedes escaparte.
�Qu� es lo que le gusta de actuar?
Me acerco con el mismo planteamiento con el que me acerco a la m�sica: intentando encontrar una cualidad musical en el personaje y en sus palabras. Pero no tengo t�cnica suficiente como para sentirme relajado haciendo las pel�culas.
Ha hecho varias con Jim Jarmusch. �Es cierto que han montado juntos una hermandad, llamada Los Hijos de Lee Marvin, con Nick Cave y John Lurie?
S�, es cierto, pero no s� qui�nes son los miembros. Voy a tener que cambiar toda la normativa, porque se ha colado un mont�n de chicas.
�Y c�mo se entra?
No se lo puedo decir, hay muchos requisitos, es privado.
�Y qu� hacen cuando se re�nen?
Lo que hacen los amigos cuando se juntan: tomar caf�, hablar de pel�culas, disfrutar de la compa��a. Lee Marvin es s�lo el padre espiritual. Pero la organizaci�n est� en crisis. Jim dej� entrar a varias chicas y ahora la gente empieza a hacer preguntas, como usted. Antes era m�s como la CIA, �entiende? Muy secreta, muy privada. Vamos a tener que replante�rnoslo todo.
�Le puedo hacer una pregunta m�s?
S�, pero despu�s le corto la cabeza.
�Lleg� a conocer a Bukowski?
S�.
�Era como se lo imaginaba?
No.
�C�mo lo recuerda?
Ri�ndose, bebi�ndose un vino tinto, d�ndole azotes en el culo a su mujer. Lo cierto es que, cuando vas a conocer a alguien, te llevas tu imaginaci�n al encuentro. �Soy yo como usted me imaginaba?
No del todo.
[Tom Waits sonr�e, se levanta, se pone su sombrero como quien lleva haci�ndolo desde la eternidad y se dirige hacia la puerta]. Se lo dije, sobre el escenario y entre bastidores. Personas diferentes.
Bronquistas, berreadores y bastardos
Por Diego A. Manrique
En octubre, la revista brit�nica The Word desarrollaba un reportaje juguet�n a partir de un lugar com�n: el abismo entre las querencias musicales de hombres y mujeres. Se ofrec�an entrevistas con cuatro parejas -cuyas preferencias chocaban- y un doble listado: discos genuinamente femeninos y discos eminentemente masculinos. En la �ltima clasificaci�n figuraba Tom Waits con Swordfishtrombones, el elep� que supuso su emancipaci�n sonora.
Waits parece sufrir el destino del artista de culto: men� para un clan (mayormente varonil) de fan�ticos, un nombre que se cita m�s que se disfruta. Pero las canciones de Tom pueden ser consumidas por el gran p�blico., si se las separa de su intimidante voz. Rod Stewart llev� el romanticismo urbano de Downtown train al n�mero 3 de las listas estadounidenses; Bruce Springsteen logra que se derritan las masas cuando entona Jersey girl.
Se sabe que hay dos Tom Waits. El primero era un cantautor at�pico, reci�n salido de un cuadro de Edward Hopper; un bohemio de casting, el resto de alg�n naufragio beatnik. Dominaba la melancol�a crepuscular y las gracias de borracho: "El piano ha estado bebiendo, no yo", canturreaba. Hasta que en 1981 conoci� a la que ser�a su esposa, Kathleen Brennan, empleada literaria del Coppola m�s imperial. A su lado escribi� su m�sica m�s bonita: la banda sonora de One from the heart (en Espa�a, Corazonada). A continuaci�n rompi� la baraja.
El segundo Waits salt� de Asylum, sello para hippies ricos, a Island, entonces tolerante con los heterodoxos (ahora graba para Anti, independiente con ra�ces punkis). Tir� al retrete el Libro de Producciones Aceptables, se desprendi� del disfraz de hipster resabiado y comenz� a manipular tanto sonidos como formas a�ejas. Sin miedo, acentu� su voz de hombre lobo.
En contra del t�pico del gusto musical femenino, el impulso para explorar vino de Kathleen. Ella le hizo ver que era preferible la libertad creativa a la seguridad de una carrera convencional, le facilit� el contacto con cierta vanguardia (William Burroughs, Robert Wilson, Jim Jarmusch) y le anim� a aceptar papeles en el cine. Establecieron la primac�a de la familia sobre los compromisos profesionales: Tom apenas hace giras. Liberado de concesiones, puede editar dos discos el mismo d�a, o juntar, como ahora, un triple cd de retazos y ocurrencias sueltas.
�Limpieza de oto�o! Con Orphans., Waits y Brennan han vaciado su archivo y les ha salido un muestrario tan accesible como impresionante (tres horas) de logros e influencias. Son 56 grabaciones, de las cuales 26 estaban desperdigadas por homenajes, pel�culas, proyectos ajenos. Tom, que se atormenta por unificar en clima y concepto cada disco oficial, funciona tambi�n sin el peso de la Gran Idea. Hay coherencia est�tica en estos 56 temas de Hu�rfanos, que se han podido ordenar en tres categor�as, una por cd: 'Bronquistas' (rock de batalla), 'Berreadores' (baladas) y 'Bastardos' (recitados y experimentos).
Revisando tan monumental miscel�nea, se entiende el respeto, la pura envidia de sus colegas: nadie arriesga m�s en el vestuario, el esqueleto y el alma de sus canciones. Su paleta es inmensa: blues lib�rrimos, melopeas de perdedores, jazz en blanco y negro, sudorosos cantos de trabajo, boogies oxidados, agrios himnos de iglesia, hip-hop sin m�quinas, mambos de tierra adentro, serenatas con costras. Manjares org�nicos para buscadores -de ambos sexos- que sepan apreciar esos "diamantes que prefirieron quedarse como carb�n".
Notes:
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